Señor, yo confío en ti… (Salmos 31:1)
Yo recuerdo cuando Dios me dijo que dejara mi trabajo de tiempo completo donde ganaba muy bien. Él comenzó a tratar conmigo, diciendo: «Vas a tener que dejar esto, quedarte en casa y prepararte para el ministerio.»
No obedecí rápidamente porque tenía miedo de dejar mi trabajo. Después de todo, ¿Cómo sabía con certeza que estaba escuchando a Dios? Continuó tratando conmigo, así que finalmente intenté llegar a un acuerdo con Él y me dijo: «No trabajaré tiempo completo, pero trabajaré medio tiempo.
Así que fui a trabajar medio tiempo porque tenía miedo de confiar en Dios por completo. Dave y yo ya no teníamos tantos ingresos como antes, pero descubrí que podíamos sobrevivir con menos dinero del que teníamos anteriormente. Tuvimos que reducir los gastos, pero pudimos pagar nuestras cuentas. También tuve más tiempo para prepararme para el ministerio. Este parecía un buen plan, pero no era el plan de Dios. Aprendí que Dios no quiere hacer «tratos» y terminé despedida de mi trabajo medio tiempo. Yo era buena trabajadora y nunca me habían despedido de un trabajo. Aunque no me gustaban mis circunstancias, finalmente estaba donde Dios quería que yo estuviera todo el tiempo, totalmente dependiendo de Él.
Sin trabajo, tenía que aprender a confiar en Dios por cada pequeña cosa que necesitaba. Durante seis años, necesitábamos intervención divina cada mes solo para poder pagar nuestras cuentas, pero durante ese tiempo aprendí mucho sobre la fidelidad de Dios. Él siempre proveyó y lo que aprendimos a través de nuestra experiencia nos permitió confiar en Él por los recursos que ahora necesitamos para dirigir un ministerio internacional. Yo te animo a que obedezcas a Dios por completo y no trates de hacer tratos con Él porque nunca funcionan.
La palabra de Dios para ti hoy: Cuando negociamos con Dios, nunca ganamos.
