Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:7
Hace unos años, fui al médico porque estaba constantemente enferma. Me dijo que los síntomas eran el resultado de estar bajo estrés. No dormía lo suficiente, comía mal y me esforzaba demasiado.
El estrés es una parte normal de la vida de todos. Dios nos ha creado para soportar cierta presión y tensión. El problema surge cuando nos esforzamos más allá de nuestras limitaciones e ignoramos las advertencias que nos da nuestro cuerpo cuando nos duele o está exhausto.
Te animo a que te cuides bien, porque si desgastas el cuerpo que tienes, no puedes ir a una tienda y comprarte uno nuevo. Muchas de las cosas que hacemos que nos provocan una sobrecarga de estrés son cosas que podríamos cambiar si quisiéramos. Sé honesto contigo mismo acerca de por qué estás haciendo algunas de las cosas que haces y deja que Dios te ayude a eliminar las que te están desgastando y no están dando buenos frutos.
La paz debe ser la condición normal para todo creyente en Jesucristo. Él es el Príncipe de la Paz, y en Jesús encontramos nuestra propia herencia de paz. Es un regalo del Espíritu Santo, que nos da mientras vivimos en obediencia a Su Palabra.
La paz que da Jesús opera en las buenas y en las malas. Su paz opera en medio de una tormenta.