La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos. (Santiago 5:16)
Cuando las personas están batallando en sus vidas de oración, a menudo piensan que es porque son pecadoras y malas, por lo que tratan de comportarse mejor, esperando que sus oraciones sean respondidas.
La verdad es que, si nacemos de nuevo, somos justos. Puede que no hagamos todo bien; pero somos 100 por ciento justos a través de Cristo. En 2 Corintios 5:21 nos dice: «Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo.» (NTV). Hay una diferencia entre la rectitud y el comportamiento «correcto». La justicia describe nuestra posición, o condición ante Dios, debido a la sangre de Jesús. No podemos hacernos justos nosotros mismos; solo la sangre de Jesús nos hace justos, como si nunca hubiéramos pecado. Dios nos ve como justos a pesar de que todavía cometemos errores. Ya que Él nos ve como justos, tenemos el derecho otorgado por Dios de orar y esperar que Dios nos escuche y nos responda. Siempre haz lo mejor que puedas para comportarte adecuadamente y hacerlo porque amas a Dios, pero recuerda que Él escucha y responde tus oraciones porque Él es bueno, no porque tú lo seas.
La palabra de Dios para ti hoy: Has sido hecho justo por la gracia de Dios.