…a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección — Filipenses 3: Sin embargo, no se puede buscar a Dios realmente, si no se ha experimentado la verdadera libertad.
Dios está en el negocio de liberación, y es glorioso estar libre de culpabilidad y condenación. Libre de tener que estar adivinando lo que los demás piensan acerca de uno.
Podemos ser libres del temor al fracaso al saber quiénes somos en Cristo. Esto nos da el valor de dar un paso al frente para perseguir las promesas de Dios.
Una de las libertades más grandes que Dios me ha dado, es la libertad de ser yo misma. Por años traté de ser diferente, sintiendo que necesitaba ser de una manera o de otra, aun sabiendo que yo no era igual a otras personas. Sin embargo, insistía en ser como todos los demás, hasta que aprendí, a través de mi relación con Dios, a reconocer la persona que fui creada a ser. Esto también me libró de mi misma, para poder enfocarme en Jesús y llegar a los demás de la manera que Él quería que lo haga.
Filipenses 3 dice que Pablo estaba determinado o decidido a alcanzar las cosas por las cuales murió Jesucristo, a conocerle y el poder de Su resurrección. Creo que cuando nacemos de nuevo, hay un espíritu de determinación que surge dentro de nosotros. Le podemos llamar la pasión del Espíritu Santo o fervor, y es lo que nos da el “empuje” que necesitamos durante los momentos más difíciles para poder decir, “No me daré por vencido, obtendré una relación íntima, apasionada, profunda y personal con Dios. No me daré por vencido y seré todo lo que Cristo quiere que sea”.
Se constante, permaneciendo en la fe para poder recibir las promesas de Dios. Recuerda que le perteneces a Dios, y que Él te ha dado un ¡espíritu invencible!
Oración final:
Dios, quiero vivir una vida nueva, siguiéndote a Ti y a tus promesas sin cesar. Confío en que Tú me ayudaras a ser todo para lo que me creaste ser, y a poder experimentar la verdadera libertad.