Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes. (2 Corintios 13:14)
Antes de la muerte de Jesús en la cruz, Él les habló a Sus discípulos tratando de prepararlos para la vida sin Él. Les dijo que cuando Él se fuera, el Padre enviaría otro Consolador, el Espíritu Santo que viviría en ellos, aconsejando, ayudando, fortaleciendo, intercediendo, defendiendo, convencerá en cuanto al pecado, a la justicia. El Espíritu Santo entraría en comunión cercana con ellos, los guiaría a toda la verdad y les transmitiría todo lo que era de ellos como herederos con Jesucristo (ver Juan 16: 7–15; Romanos 8:17).
Como puedes ver, la intención de Dios al enviarnos el Espíritu Santo fue para que podamos desarrollar una relación íntima con Él y poder recibir todo lo que Él nos ofrece. Si vamos a permitirle a Él que nos consuele, nos aconseje, nos enseñe y haga las otras cosas que Dios ha prometido que hará, tenemos que escuchar Su voz porque parte de la forma en que nos ministra, nos guía y nos ayuda es hablándonos.
Necesitamos el Espíritu Santo en nuestras vidas y Dios nos lo ha dado. Nuestra comunión con Él puede ser tan cercana y profunda como queremos que sea. Todo lo que tenemos que hacer es tomar tiempo para estar con Él, pedirle que hable y abrir nuestros corazones a Sus palabras.
LA PALABRA DE DIOS PARA TI HOY:
Tu relación con Dios puede ser tan profunda y cercana como tú quieras que sea.