Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas. (Salmos 25:4)
La mayoría de nosotros somos felices cuando obtenemos lo que queremos. Esa es la naturaleza humana. Pero cuando caminamos con Dios como deberíamos, otras cosas se vuelven más importantes que ver nuestros deseos cumplidos, cosas como buscar el deseo de Dios para nuestras vidas, escuchar Su voz mientras tomamos decisiones y ser obediente a Su dirección en cada situación.
Dave y yo una vez vimos un cuadro en una tienda del centro comercial y yo quería cómpralo. Dave pensó que no lo necesitábamos, así que hice uno de mis berrinches silenciosos; Simplemente me quedé callada porque estaba enojada.
«¿Estás bien?”, me preguntó Dave.
«Bien, bien, estoy bien.» Respondí con mi boca mientras mi la mente estaba pensando, Tu siempre intentas decirme qué hacer. ¿Qué no puedes simplemente dejarme en paz y dejarme hacer lo que yo quiero hacer? No, no, no. Yo seguía haciendo pucheros durante aproximadamente una hora. Estaba tratando de manipular a Dave. Yo sabía que, con su personalidad pacífica y calmada, él dejaría que yo me saliera con la mía en vez de pelear conmigo. Yo era demasiado inmadura en el Señor para entender que mi comportamiento era pecaminoso.
Comencé a presionar a Dave para que comprara el cuadro y finalmente lo compramos.
Cuando lo puse en mi casa, el Espíritu Santo me dijo: «Sabes, en realidad no ganaste. Obtuviste tu cuadro, pero aún perdiste porque no hiciste las cosas a Mi manera.»
La única forma de ganar en la vida es hacer las cosas a la manera de Dios. Entonces, incluso si no obtenemos lo que queremos, tenemos la gran satisfacción de saber hemos obedecido Su voz, y eso dura más que la satisfacción que viene con cualquier posesión o logro terrenal.
La palabra de Dios para ti hoy: Cuando la manera de Dios se convierte tu manera, estás en camino a una gran paz y alegría.
