Nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! (Efesios 2:5)
La comunión con Dios nos ministra en la vida. Nos renueva; recarga nuestras baterías, por así decirlo. Nos fortalecemos mediante la unión y el compañerismo con Dios, lo suficientemente fuerte para resistir los ataques del enemigo de nuestras almas (ver Efesios 6: 10-11).
Cuando estamos en comunión con Dios, estamos en un lugar secreto donde estamos protegidos del enemigo. El Salmo 91: 1: “Los que viven al amparo del Altísimo encontrarán descanso a la sombra del Todopoderoso.»
Yo creo que el lugar secreto es la presencia de Dios. Cuando estamos en Su presencia, en comunión con Él, experimentamos Su paz. Satanás simplemente no sabe qué hacer con un creyente que permanece estable sin importar cuáles sean las circunstancias. Esto es difícil de hacer a veces, pero sacamos fuerza para la estabilidad cuando tenemos comunión y compañerismo con Dios a través de Su Espíritu.
La comunión con Dios toma tiempo, pero es un tiempo bien empleado. Te mantiene fuerte para que no te sientas devastado por desafíos inesperados. Proverbios 18:14 dice: «El espíritu humano puede soportar un cuerpo enfermo, pero ¿quién podrá sobrellevar un espíritu destrozado?» No esperes hasta que tengas problemas para fortalecerte; ¡mantente fuerte!
La palabra de Dios para usted hoy: No importa lo que estés enfrentando en la vida en este momento, ¡a través de Cristo tienes la victoria!