En el momento en que recibes a Cristo como tu Salvador, recibes todo lo que Él es en tu espíritu. En Él y a través de Él, eres coheredero del Reino de Dios, lo cual Romanos 14:17 dice que es justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo.
¡Hay tanto poder en esos dones! Lo único que necesitas hacer para disfrutarlos es abrir tu corazón a Dios y recibirlos, como un niño en la mañana de Navidad. Ni siquiera tienes que esperar. ¡Puedes empezar a desenvolver Sus regalos ahora mismo!
El Regalo de la Paz
Jesús, el Príncipe de Paz, quiere que tengamos Su paz en cada aspecto de nuestras vidas, en todo momento. Miremos lo que dice Juan 14:1: » No se angustien. Confíen en Dios y confíen también en mí.» En lugar de aferrarte a la preocupación, la ansiedad, el miedo o la frustración, puedes recibir Su regalo de paz sobrenatural. Momento a momento, día a día, te animo a que pongas tu confianza en Dios. A medida que avanzas en el proceso de liberar tus preocupaciones y lo que te concierne a Él, encontrarás una paz que sobrepasa todo entendimiento.
El Regalo de la Alegría
La plenitud de la alegría no se encuentra en los regalos de Dios, sino en Su presencia. Por eso la Biblia dice que podemos tener una alegría celestial inexpresable, gloriosa y triunfante sin importar lo que suceda a nuestro alrededor. Una de las maneras más fáciles de aumentar tu alegría y la de los demás, es mantener tu corazón y tu mente enfocados en Dios y Su Palabra. Mientras llevas a cabo tus responsabilidades y actividades diarias, pídele a Dios que te ayude y te guíe. Luego, relájate en el gozo abrumador y empoderado del Señor: ¡un gozo que no se puede explicar ni comprender completamente!
El Regalo de la Justicia
La justicia es estar bien ante Dios. Cuando aceptamos a Jesús, Él nos da el regalo de Su justicia y por la fe somos justificados ante Dios. No tienes que preocuparte por cometer errores. ¡Dios sabe que los cometerás! Pero gracias a Jesús, puedes descansar en Su justicia. Mientras desenvuelves este increíble regalo, te animo a orar con valentía. Recuerda, Él no escucha ni responde nuestras oraciones porque seamos buenos; ¡Él escucha y responde porque Él es bueno!
El Regalo de la Esperanza
La esperanza es un regalo extraordinario. Nos permite experimentar paz y gozo simplemente creyendo en la Palabra de Dios y las promesas que contiene. Romanos 15:13 dice que, Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo. Aunque no podemos evitar que aparezcan sentimientos negativos, podemos ahuyentarlos rápidamente eligiendo pensamientos, palabras y acciones llenas de esperanza.
Nuestra esperanza está en Cristo y Él nunca nos fallará.
El Regalo de la Fe
La fe en Dios trae un descanso sobrenatural a nuestras almas, permitiéndonos vivir con sencillez y libertad, como Él quiere que vivamos. La confianza no surge sólo en nuestra relación con Dios, sino que crece a medida que llegamos a conocerlo más personalmente, damos pasos de fe y experimentamos Su fidelidad. Es un regalo que a menudo se libera mediante el poder de la oración y acción de gracias. Te animo a que le pidas a Dios que te ayude a desarrollar una confianza más profunda en Él y luego le agradezcas de antemano por el regalo de la fe que Él te ha dado.
El Regalo del Amor
La Palabra de Dios nos enseña a amar a todos, incluidos a nosotros mismos. A medida que recibas el amor de Dios y aprendas a amarte a ti mismo mirándote a través de los ojos de Dios, podrás amar a los demás como Dios los ama. El amor de Dios es un regalo maravilloso que Él nos da gratuitamente. No podemos ganarlo y no lo merecemos; sin embargo, Él anhela voluntaria y continuamente expresarnos Su amor. Todo lo que necesitamos hacer es abrir nuestro corazón, creer en Su Palabra y recibirla con agradecimiento. Cree que Dios te ama con un amor eterno y luego comparte ese amor con los demás.
Quiero animarte a seguir buscando una relación más profunda e íntima con Él a través de la Palabra y la oración cada día. Mientras lo haces, Dios bendecirá tu corazón con paz y alegría mientras tú sucesivamente compartes esa bendición con otros a través de actos de amor.