Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y, si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. (Romanos 8:9)
Estamos llamados a caminar en el Espíritu o, como dice el versículo de hoy, a vivir «según el Espíritu.» Tomar la decisión de hacer esto es el punto de partida, pero puedo decirles por la Palabra de Dios y por experiencia que se necesita más que una decisión; se necesita una obra profunda del Espíritu Santo en nuestras vidas. Él «opera» en nosotros con la Palabra de Dios, que penetra el alma y el espíritu (ver Hebreos 4:12). También usa las circunstancias para entrenarnos en la estabilidad y caminar en amor en todo momento.
Estas cosas a las que estamos llamados a hacer no son cosas que simplemente se nos han dado; deben llevarse a cabo en nosotros. Al igual que la levadura debe incorporarse a la masa, así que Cristo debe ser incorporado en nosotros. En Filipenses 2:12, el apóstol Pablo nos enseña a «llevar a cabo» nuestra salvación con temor y temblor. Eso significa que debemos cooperar con el Espíritu Santo cuando Él comienza en nosotros una obra de crucifixión o «morir a nosotros mismos.» Pablo dijo: «Cada día muero» (1 Corintios 15:31). En otras palabras, estaba diciendo que estaba constantemente expuesto a una «muerte de la carne.» Él no estaba hablando de la muerte física, sino de una muerte a su propia voluntad y maneras. Si realmente queremos vivir la vida del Espíritu, también tenemos que hacer morir nuestra voluntad y nuestras maneras y elegir la voluntad de Dios. Podemos contar con Dios para que nos dirija, y queremos que Él pueda contar con que le obedezcamos.
La palabra de Dios para ti hoy: Si mueres a sí mismo, podrás ministrar vida a otros.
