Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. (Salmos 37:4)
Una de las formas en que Dios nos habla es a través de los deseos santificados de nuestros corazones. Dios pone los deseos correctos en nuestros corazones y luego Él nos da esos deseos. Recuerdo un momento en que deseaba pan casero de calabacín, pero no tenía el talento ni el tiempo para hacerlo. Simplemente dije: «Señor, me gustaría un poco de pan de calabacín fresco», y no pensé más en ello. Aproximadamente una semana después, una señora que no sabía nada de mi deseo me entregó una caja y cuando la abrí, encontré pan casero de calabacín. Dios se deleita en hacer cosas pequeñas y grandes por nosotros y nunca debemos dejar de apreciarlas a todas.
Necesitamos pedirle a Dios que nos dé deseos santificados o santos. Por lo general, deseamos cosas naturales como el éxito, las finanzas, una bonita casa y buenas relaciones, pero también debemos desear cosas espirituales. Deberíamos desear conocer a Dios de una manera más profunda e íntima, para mostrar siempre el fruto del Espíritu, especialmente el Amor, para servir a Dios en formas que lo glorifiquen, para ser siempre obedientes a Dios, etc. El salmista David dijo: Ante ti, Señor, están todos mis deseos; (ver Salmo 38: 9). Pidámosle a Dios que quite el deseo carnal y nos dé el deseo santificado.
Dios pone en nosotros deseos que traerán Su justicia, paz y alegría a nuestras vidas (ver Romanos 14:17), y nunca están en desacuerdo con Su Palabra.
Si una mujer deseara a un hombre que ya estuviera casado, sería un deseo carnal, o si un hombre deseara profundamente la casa y el automóvil de su vecino, eso también sería carnal. Si la mujer deseara un esposo en el tiempo de Dios o el hombre deseara un hogar y un automóvil agradables en el momento adecuado, esos deseos serían los que son santificados. Los deseos equivocados nos atormentan y somos impacientes por recibirlos, pero el deseo santificado viene con la voluntad de esperar en los caminos y el tiempo de Dios.
La palabra de Dios para ti hoy: Pon tus deseos delante de Dios, ora por ellos y confía en que Dios te los dará si son y cuando sean adecuados para ti.