El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor. —Proverbios 16:9
La decepción ocurre cuando nuestros planes se ven frustrados por algo sobre lo que no tenemos control. Podemos sentirnos decepcionados por circunstancias desagradables o por personas que nos defraudan. Cuando estamos decepcionados, nuestras emociones inicialmente se hunden y luego, a veces, estallan en ira. Pero, gracias a Dios, no tenemos que dejarnos llevar por las emociones.
La próxima vez que te sientas decepcionado, presta atención a la actividad de tus emociones, pero en lugar de dejar que tomen la iniciativa, toma la decisión de controlarlas. No hay nada inusual o incorrecto en los sentimientos iniciales de decepción, pero es lo que hacemos a partir de ese momento lo que marca la diferencia en el mundo.
Con Dios de nuestro lado, aunque experimentaremos decepciones en la vida, afortunadamente, siempre podemos “cambiar de rumbo”. Confiar en que Dios tiene un buen plan para nosotros y que Él ordena nuestros pasos es la clave para evitar que la desilusión se convierta en desesperación.
Oración de Gracias
Padre, estoy tan agradecido que cuando me enfrento a una desilusión, puedo confiar en que Tú tienes un mejor plan que el mío. Afortunadamente, puedo confiar en que estás obrando incluso cuando las cosas no salen como yo las había planeado.
