
Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. 1 Juan 4:15
Como creyentes, tenemos la vida de Dios dentro de nosotros. Somos la morada o el hogar de Dios. Es necesario que cada uno de nosotros comprenda esta verdad para poder disfrutar de una estrecha comunión e intimidad con Dios. Él toma residencia dentro de nosotros cuando entregamos nuestra vida a Jesús, creyendo en Él como el único Salvador y Señor. Desde esa posición, Él, por el poder del Espíritu Santo, comienza una obra maravillosa en nosotros.
Podemos estar agradecidos de que Dios nos ama y elige hacer Su hogar en nosotros. Él tiene la capacidad de hacer lo que quiere y elige hacer Su hogar en nuestros corazones. Esta elección no se basa en ninguna buena obra que hayamos hecho o podamos hacer, sino únicamente en la gracia, la misericordia, el poder y el amor de Dios. Como creyentes en Cristo, nos convertimos en la morada de Dios (ver Efesios 3:17; 2 Timoteo 1:14).
Oración de Gracias
Gracias, Padre, por la forma en que te instalas en mi corazón. No estás lejos ni fuera de Tu alcance. Te agradezco que moras en mí y estás involucrado en cada área de mi vida.