Nos llenamos de risa y cantamos de alegría. Y las otras naciones dijeron: «Cuántas maravillas ha hecho el Señor por ellos». —Salmos 126:2 (NTV)
Una de las cosas hermosas de ser cristiano es que no es complicado; de hecho, se nos instruye a humillarnos y convertirnos en niños pequeños. Mientras el Señor quiere que crezcamos en nuestra actitud, comportamiento y aceptación de la responsabilidad en Cristo (Efesios 4:15), al mismo tiempo quiere que seamos como niños en nuestra dependencia de Él y en nuestro deseo de estar cerca de Él.
Una característica de un niño es que se divierte sin importar lo que haga. Se las arregla para encontrar una manera de pasar un buen rato. Dios desea que seamos de la misma manera. Podemos aprender a disfrutar de todo lo que hacemos ya disfrutar de Él en todo momento. Podemos y debemos amar todos los aspectos de la vida, tanto los seculares como los sagrados. Puede disfrutar estar en un estudio bíblico con amigos y puede disfrutar haciendo las tareas del hogar.
Es saludable aprender a disfrutar y encontrar el humor en el día a día. Incluso podemos aprender a reírnos de nosotros mismos. Como solía decir Art Linkletter: “¡La gente es graciosa!” Y eso nos incluye a nosotros.
Ríete tan a menudo como puedas, porque un corazón alegre te hace mucho bien.