Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! —Filipenses 4:4
Pablo sintió que alegrarse en la bondad de Dios era tan importante que nos dice dos veces en este versículo de Filipenses que nos alegremos. En los siguientes versículos, insta a no preocuparse ni tener ansiedad por nada, sino a orar y dar gracias a Dios en todo, no después de que todo haya terminado.
Si esperamos hasta que todo esté perfecto antes de alegrarnos y dar gracias, no nos divertiremos mucho. Aprender a disfrutar de la vida incluso en medio de circunstancias difíciles es una forma de acercarnos más a Dios. Pablo también escribe que “constantemente somos transfigurados a Su propia imagen en un esplendor cada vez mayor y de un grado de gloria a otro” (2 Corintios 3:18). Eso significa que podemos disfrutar de la gloria que estamos experimentando en cada nivel de nuestro desarrollo, porque cada nuevo día es un paso más hacia la persona que Dios nos está formando para ser.
Cuando comencé mi ministerio, mi felicidad dependía de mis circunstancias. Finalmente, el Señor me mostró la puerta a la felicidad. Me dio una gran victoria al enseñarme que la plenitud del gozo se encuentra en Su “presencia,” no en Sus “presentes” (Salmo 16:11).
La verdadera alegría se descubre cuando buscamos el rostro de Dios.